Historia de la construcción

Horno de cocción romano

La zona industrial de un asentamiento era próxima, de abastecimiento propio y a veces itinerante.

El yacimiento arqueológico de la villa romana de El Ruedo se halla en las cercanías del municipio de Almedinilla (Córdoba, España) encontrado en los años 80 por la construcción de una carretera de conexión entre poblaciones y data de los siglos I al VII d.C.

De la zona industrial queda poco, un horno escavado, sin cúpula que muestra a la perfección de dónde se obtuvieron todos los materiales de construcción de la domus con más de 1800m2 justo pegada a ella, y al cementerio. Tejas, losas y ladrillos a unos 1300º cocidos sobre la parilla y con una holgada entrada subterránea por la que entrar la madera para quemar. Estas salas abovedades se sellaban también con arcilla para crear cámaras estancas de calor que cocieran las piezas, posiblemente en 2 o 3 días, dependiendo de la producción.

La verdad es que el modo de realización de este material, nunca cambio en la producción industrial posterior, seguíamos compactando y «curando» a fuego, pero los métodos obvios que si.

A mi modo de ver, una de las cosas que se han complicado mucho es la desproporción productiva cerámica, ¿Cuanto se fabricaba y para que? Y en este ejemplo se ve muy claro, la justa medida para ese suministro e concreto.

Cambió la cantidad de producción, el sistema, el consumo pero no la técnica esencialmente.

Veníamos del pueblo íbero, autóctono, sencillo, muy integrado en la naturaleza con casas humildes, prácticas de adobe y piedra, con producción sostenible, no más de lo necesario. A la medida justa.

Y cuando los romanos vienen a la península, con su tejas y ambiciones, este ejemplo de los que habrán seguro mucho más en todo el territorio, pero que no han llegado a nuestros días, muestra perfectamente el cambio.

Y el primero que podemos destacar es la mano de obra, y la distinción entre los que hacían y los bendecidos por no hacer. Es decir, como unos hacían para otros, la exigencia era mayor, y el volumen de lo exigido también. La segunda, la apariencia, la simbología y la ornamentación . Ya no hay exclusivamente función sino recreación en los espacios, ostentación y poder, no es que no hubieran clases en la cultura íbera, pero la distinción no era tan marcada y la austeridad era más par . Y la tercera, la comodidad.

En la foto anterior se muestra el sistema de calefacción de la casa, todo en cerámica por que es un material obro refractario y su capacidad térmica es muy adecuada. Los arcos sustentantes del primer piso son cámaras de aire por donde pasaba el calor desde una caldera.

El concepto servil, servidumbre, servidor y servido es de origen del latín servitor y significa «el que sirve como criado». Sus componentes léxicos son: servire (dar servicio), más el sufijo -dor (el que hace la acción). El mismo aumento de producción material, más tejas, más baldosas, pudieron utilizarse para una obra de mayor envergadura, para recambios pero especialmente dio paso a la mano de obra y el servicio que se necesitaba para una casa de tal magnitud, es decir el concepto recursos humanos ya iba asociado a este tipo de explotación y manipulación industrial.

Aun podríamos utilizar tanto la materia prima, como la técnica, para construir edificaciones sostenibles, y con alguna aportación moderna, cuantas personas viven hoy en esa cantidad de metros cuadrados al aire libre. La distribución tipo centralizada en un patio con agua, y cañerías, algo que analizaremos en otra ocasión, no tiene nada que envidiar a nuestras actuales construcciones del ciudadano medio.

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